domingo, 4 de noviembre de 2007

Encuestionable

Las encuestas no son fiables; es algo que sabe el 74,3% de los españoles. Esto no impide que gentes que presumen de importantes, como Presidentes o Alcaldes, y también los autoproclamados "líderes de opinión" las utilicen como pauta para regir nuestros destinos.

Se dice que los antiguos (tal vez incluso los baceos) estudiaban el futuro en el vuelo de las aves o en las entrañas de los animales. Métodos, a mis ojos preferibles. Eran igual de inútiles pero más literarios.

Yo no sé nada de estadística, pero tengo un primo que conoció a un catedrático de matemáticas, y me ha dicho que, si estas cosas se hacen bien, son bastante fiables. Así que, ¿por qué las encuestan que pueden leerse en los periódicos o escucharse en la radio no dan ni una?

Intrigante cuestión.

Para concluir con nuestra serie "Los medios: búsquense un trabajo, holgazanes", estudiaremos varios aspectos de este extraño fenómeno.

Hay que partir de que la estadística es una ciencia, sino una rama de la matemática. Como cualquier otro lenguaje, la matemática puede ser subvertida para que diga lo que uno quiera. La elección de las personas que integran la muestra, la formulación de las preguntas y de las respuestas, el tratamiento de los resultados... todo puede ser manipulado sutilmente.

Mi anécdota preferida me ocurrió en el lugar del asombro, la maravilla y el amor fraternal: el edificio de la Chunga de Castilla y de León en León. Un amable ciudadano se acercó a mí, que paseaba despistado por el superhall en busca de mi destino, y me preguntó si estaba dispuesto a contestar unas preguntas. Como soy una persona amable que sabe lo difícil que es ganarse la vida honradamente, decidí sacrificar unos minutos de mi valioso tiempo a tan inútil divertimento.

Se trataba de una encuesta sobre cuestiones de la Comunidad Autónoma, pero también sobre aspectos de los servicios de la Chunga en León. Llegado cierto momento, el encuestador me preguntó si el edifico tenía buenos accesos para discapacitados físicos (a quienes creo que en aquellos tiempos teníamos que llamar minusválidos, pero eso es otra historia). El caso es que, estando yo todavía en pleno uso de mis facultades físicas, modestia a parte, no podía manifestar mi opinión al respecto. Así que le dije a mi entrevistador que marcase la respuesta "no sabe".
En ese momento se me informó que no existía esa opción. "¿Marcamos la casilla de muy buenos?" me preguntó. Después de pensarlo un poco le dije "no, marca que muy malos".

Y así una y otra vez. En cada ocasión en la que yo no tenía una opinión o no conocía lo que se preguntaba, él me sugería marcar la casilla "muy buenos", y yo le decía que muy malos, hasta que se dio cuenta que trataba con una chiflado con principios.

Meses más tarde me encontré con el resultado de esa encuesta en los periódicos. Como aquí son como son, no los había "cocinado", así que el resultado de la satisfacción de las ocho provincias con la Comunidad Autónoma se lo pueden imaginar ustedes, y la encuesta fue pronto borrada de los anales.

Lo más curioso es que estudios "científicos" como en este en el que tomé parte son utilizados todos los días como elemento principal de la "información", creándose polémicas no sobre la realidad, sino sobre el resultado de las encuestas, que, escuchado algunas opiniones, parece que han de sustituir a las elecciones. Las mejores son las de resultados de voto. Que si tal o cual diferencia, que si mayoría absoluta que si no... no han acertado ni una en los últimos años, pero seguimos discutiendo constantemente sobre ellas.

Así que la brecha entre los medios de comunicación y el común de los mortales crece. Hablan de cosas que no nos interesan, las tergiversan para hacernos comulgar con ruedas de molino, y pretenden que nos levantemos o caigamos cuando ellos lo digan. Luego se sorprenden de tener cada vez menos predicamento.

En fin, que se queden con sus cosas y exploremos otras tierras.

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