martes, 14 de septiembre de 2010

Penúltimas Reflexiones sobre el presente

Echando la vista atrás, veo que en los últimos meses le he dedicado a la cuestión política más espacio del que se merece. Es el signo de los tiempos.

De ahí que estas sean las penúltimas reflexiones sobre el particular, que empieza a ser cansado.

¿Estamos realizando un diagnóstico adecuado del problema político actual? O dicho de otro modo ¿Cuál es para usted el principal problema político en la actualidad?

A la vista de lo que de lee y dice por ahí, parece que el principal problema en España es Zapatero, del mismo modo que en Francia lo es Sarcozy, en Alemania Merkel, etc, etc, etc. De hecho se está poniendo especial cuidado en remarcar sus culpas (que ahí están) olvidando a los demás.

Por centrarnos en España, ahí está el resto del grupo socialista, los partidos de oposición que votan con el gobierno, y en general la clase política. Recordemos que un gobierno en minoría ha aprobado una reforma laboral que según el resto de los partidos es nefasta - claro que no han explicado si por mucho o por poco - tras tramitarla como proyecto de ley y sin apenas enmiendas. O es un milagro, o alguien quiere escurrir el bulto.

¿Es pues el problema la clase política nacional? No cabe duda que es un problema, pero ¿es EL problema?.

Por lo que se ve, lo mismo más o menos está sucediendo en toda Europa, dentro de las diferencias lógicas. Así que no podemos librarnos ni emigrando.

¿Es pues Europa el problema? Pues mire, sí.

De alguna extraña manera, un esperanzador proyecto de integración europea y de creación de un marco supranacional de gobierno y administración ha llegado a convertirse en una dictadura totalitaria. Sí, la tesis de este artículo es que se ha dado un golpe de estado en Europa.

Es cierto que todos los estado europeos son democráticos, al menos en el sentido de que la población elige a sus representantes, con algunas pequeñas desviaciones como las Provincias Españolas (que son democracias indirectas). Estos países integran la Unión Europea, así que hemos llegado a la conclusión de que esta se regirá, consecuentemente, por principios democráticos.

Nada más lejos de la realidad. Los ciudadanos europeos solamente eligen al Parlamento, institución que no tiene apenas competencias. ¿Recuerdan la Constitución Europea? No ha llegado a aplicarse, a pesar de ser aprobada por la mayoría de los ciudadanos.

A la Unión Europea se han cedido "competencias" en materias fundamentales para las naciones del continente, que son resueltas por funcionarios o por cargos políticos elegidos a dedo pero que luego son "independientes" del los países a los que deberían servir, aunque eso sí, nos cuestan una pasta. Observese el Banco Central Europeo.

Así que resulta que nuestros representantes políticos están controlados por unos señores que han elegido, a los que deben obediencia, y en todo ello nosotros ni pinchamos ni cortamos. A lo que se une una constelación de organismos internacionales presuntamente independientes y sabios, como el FMI, que también nos cuestan nuestro dinero y que no responden ante autoridad alguna, ni siquiera cuando fracasan estrepitosamente, que es casi siempre.

Todos estos organismos, como ha podido verse, utilizan técnicas pseudomafiosas, amenazando a los países que no cumplen con el guión que ellos le han marcado, ya que la tan cacareada globalización para lo único que ha servido es para que los estados no puedan controlar a los agentes económicos, que son lo que hacen y deshacen a su antojo, impidiendo que nadie tome sus propias decisiones si no son las previstas. Ya vimos lo que sucedió esta primavera en Europa.

En esta situación pues ha de producirse un cambio en nuestros esquemas mentales. Resulta evidente que la legítima búsqueda de un cambio democrático en el poder ya no es suficiente, pues el poder que nosotros elegimos ya no rige nuestras vidas, o al menos no gran parte de ellas. El cambio de un presidente por otro o de un partido por otro no va a producir efectos prácticos apreciables. En períodos anteriores, situaciones similares desembocaron en regímenes totalitarios, que sólo empeoraron las cosas. La verdad es que dudo que aún esta consecuencia, de todo punto indeseable, sea hoy posible. En parte, por que el mismo poder que controla esta situación puede controlar aquella. En parte por la consecuencia lógica de todo ello: ya vivivos en un supraestado autoritario.

La confrontación pues ya no se da entre el proletario y el patrono, sino entre el ciudadano y poder económico-político, siendo el de ciudadano un concepto diverso y más amplio que el de proletario. El objetivo de la confrontación es pues el establecimiento de un marco en el que la ciudadanía, esto es, el conjunto de los ciudadanos, pueda libremente elegir el devenir de sus sociedad mediante procedimientos participativos.

Por desgracia, esta revolución exige de nosotros un importante sacrificio: hemos de sacrificar nuestra comodidad de pensamiento, nuestra apatía, nuestra pereza, a fin de emplear los cauces participativos que aún existen para recuperar el poder que nos ha sido arrebatado. Hemos de tener claro que no nos interesa el mantenimiento del actual estado de cosas, porque ha sido establecido y cambiado sin nuestro consentimiento, o mejor dicho, sólo con nuestro consentimiento original.

La verdad es que no nos veo transitar por ese camino, al menos a corto plazo. Espero que, cuando nos decidamos, no erremos.

Y que no sea demasiado tarde.

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