lunes, 7 de marzo de 2011

Algunas historias de la Crisis

El otro día volví a recaer un en vicio que había dejado hace años: una colección por fascículos. Dado que no me pagan por hacer publicidad, diré solamente que tratas temas militares medievales.

El caso es que vi el anuncio en la tele y cuando tuve tiempo hice lo que hacía siempre, no hace tantos años: me fui a un quiosco. ¡Ah, mísero de mí!. En el primero, me dijeron que la primera entrega estaba agotada, y que la segunda no había salido. Pregunté si podían reservarse las dos. La quiosquera me dijo que no, que estaba agotada y era imposible.

Un poco extrañado decidí ir a otro quiosco, a ver si allí tenían un poco más de interés en vender. Me miraron como si estuviera apestado, y ante mi insistencia me respondieron con irritación que era imposible hacer nada.

Pensé que a la tercera iría la vencida. Pues tampoco, aunque en este caso fueron amables, sin dejar de ser indolentes.

Siendo ya una cuestión de principios y convencido de que era imposible lo que me decían, entré en la página web de la editorial. Y ¡oh, sorpresa!. Allí tenía la colección enterita y desde el primer número, que no estaba agotado y que ya está en casa, vía Correos (lo de correos lo dejamos para otro día). Creo que el precio es el mismo que el de suscriptor de quiosco, así que me temo que la editorial se está quedando con el beneficio de la distribuidora y el quiosquero.

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Necesitado de hacer unas fotocopias un poco más especiales de lo normal y de encuadernar un escrito (encuadernación de espiral, se entiende) acudí a la Papelería del Colegio de Arquitectos aquí en León (al lado de Palat del Rey). Soy inexplicablemente socio desde hace algunos años, y aunque ellos tampoco me pagan, sí que les hago publicidad porque son gente muy amable y competente y tienen buenos precios. Hace poco compré allí una mesa de luz, después de meses dando tumbos por otros sitios.

El caso es que como las fotocopias tardarían un rato, me acerqué a una cafetería del Húmedo (aprox.) a tomar un té americano. Tomé mi té, leí un poco el periódico y ¡eh voilà!, me cobraron 1,60 €. Por un té. Americano. Lo diré de otra manera: 267 Pesetas (apróx.).

Por cierto, tuve que estar esperando un rato y carraspear alto para pagar, porque el tabernero estaba leyendo el periódico en la trastaberna (o como se llame la habitación que está detrás de la barra).

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En Castilla y León existe desde hace años, pagada por el dinero de todos, la "Fundación Villalar". Según sus Estatutos, tal y como aparecen en su web:

"La FUNDACIÓN VILLALAR-CASTILLA Y LEÓN tiene como fin general fundacional el de acrecentar el sentimiento de pertenencia de los castellanos y leoneses a una Comunidad Autónoma con identidad propia en el marco de su Estatuto de Autonomía, el de extender por todo el territorio de la misma este sentimiento y el de fomentar, promover y realizar todo tipo de actividades encaminadas a que la localidad de Villalar de los Comuneros aparezca como depositaria de los símbolos históricos y de las tradiciones de la Comunidad de Castilla y León."

Cómo estos fines pueden ser considerados de interés general, a los efectos del artículo 34 de la Constitución Española es algo que se me escapa. Pero en fin, sigamos.

Esta buena gente ha pagado con el dinero de todos la elaboración de un cómic llamado "Historia de Castilla y León en Cómics: De Atapuerca a los Trastámara", primera entrega de lo que promete ser una serie de dos tomos. Este tebeo se ha hecho tristemente popular por concitar el rechazo de varios de los principales historiadores leoneses, por cuanto su rigor histórico (del que presume la Fundación en su pagina web) es nulo, presentando un evidente sesgo que encumbra lo castellano y vilipendia lo leonés.

Para los interesados: todo comenzó con una entrada en el blog de mi viejo amigo Ricardo Chao.

Lo que ha seguido son los normales dimes y diretes entre autor, historiadores, la Fundación y la buena gente de internet. De ello ha salido algún dato curioso, como es el hecho de que aunque en la página de la Fundación se dice que se van a imprimir 500 ejemplares, para su venta al "económico" precio de 18 € (del precio de los cómics hablaremos otro día), posteriormente fuentes de la Fundación, a fin de ningunear a las personas que se han opuesto a su publicación señalaron que ya se habían vendido "los 500 ejemplares" (lo siento no puedo encontrar la fuente en este momento).

Ninguno ha llegado (afortunadamente) a las escuelas.

He de añadir además que, aunque no tengo nada qué decir de su autor, el señor Miguel Díez Lasangre, como animador, me temo que el tebeo no es lo suyo, o al menos en este caso no se ha tomado demasiadas molestias, vista la calidad del producto final (líneas gruesas, colores planos, figuras poligonaloides...) o tal vez es que su autor no es firmante del "Manifiesto Antigafapasta".

Sea como fuera, lo cierto es que la Fundación ha gastado del dinero de todos en un cómic del que sólo se han editado 500 (daría igual que fueran 1.500) ejemplares la friolera de... de... no sabemos, porque es imposible localizar este dato. A pesar de que es nuestro dinero.

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Cada uno podrá sacar de lo dicho las lecturas que tenga por conveniente. En cuanto mí, cuando llego a casa y escucho a los políticos decir que hay que recortar sueldos, echar a interinos, dejar de convocar oposiciones; cuando escucho a los dueños de los bares y las cafeterías decir que la "Ley del tabaco" ha supuesto pérdidas para los negocios; cuando escucho a cualquiera que tiene un negocio abierto al público decir que son malos tiempos y que la culpa es de ésto o aquello, no puedo dejar de pensar que si los que trabajan cara al público cuidaran de fidelizar y dar servicio a sus clientes (el que hoy compra una gominola mañana compra diez), tuvieran una política de precios lógica y se gastara en dinero de todos en lo que hay que gastar, y no en tontás, tal vez sufriríamos todos un poco menos la crisis.

Aunque claro, por lo menos estamos dando de comer a un autor de tebeos, y eso es siempre importante, si lo sabré yo.

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