miércoles, 7 de noviembre de 2007

Orgullo mal entendido

El orgullo patrio es un sentimiento muy curioso, por lo irracional. No surge de una reflexión meditada, de una comparación con lo de otros sitios y debe, para ser tal, ciego, sordo y mudo.

Viene dado por el hecho, muchas veces completamente accidental, del lugar de nacimiento. O tal vez, más absurdo todavía, por el lugar de nacimiento de los padres o abuelos. Probablemente los antropólogos tengan para ello una buena explicación, basada en la necesidad de pertenencia a una tribu, o de aceptación por el grupo.

Uno, que lo único que hace es caminar por esta vida, prefiere achacarlo a la humilde costumbre. A fuerza de vivirlo, uno se acostumbra al sabor del chorizo de su tierra, del pan, del agua, al aroma del aire, al color del cielo, al acento, a cientos de cosas, en fin, que le hacen sentir que esa es su casa. Muchas de ellas no las echamos de menos hasta que estamos lejos.

No tiene nada de extraño que cada uno piense que su pequeña parcela en este mundo es la mejor. Para él lo es.

Hace unos días unos compatriotas de este trozo de tierra que se ha dado de llamar en los últimos siglos España han sido detenidos en Chad.

Este hecho, aparentemente trivial, nos ha afectado un poco a todos. A causa de nuestro prejuicios (no sé si fundados o no) pensamos que en un país africano la administración de justicia no es tal, y que lo mejor es que regresen a casa. Resulta curioso pensar que no nos importa lo que ocurra con los ciudadanos franceses que han sido detenidos con ellos. La línea que nos separa es solamente imaginaria, pero poderosa. Resulta también curioso pensar que nadie se preocupa de si han cometido o no algún delito (cosa que yo tampoco sé). Si unos ciudadanos de Chad hubiesen hecho aquí lo que han echo ellos (franceses y españoles) allí, me gustaría ver lo que diríamos. Pero claro, serían nuestros niños.

Para completar la guinda, se ha decidido meter el tema en la gresca política, loando sobremanera la actuación del Presidente de le República, monsieur Sarcocy y criticando, también sobremanera, a los diplomáticos españoles.

No conozco la trastienda de este asunto lo suficiente como para juzgar la actuación del gobierno español. No puedo dejar de preguntarme dónde está el ministro de exteriores francés. Las azafatas que regresaron, que tal vea sepan más de ésto, dijeron que, mientras estuvieron allí, pensaban que nadie hacía nada, pero que se habían dado cuenta de lo que se había trabajado. Y dieron las gracias a todos, franceses y españoles.

Para colmo de males, Aquél Cuyo Nombre No Debe Ser Pronunciado (lord Voldemort no, el otro), en un loable intento por vender más libros, dijo a los pocos días, que "como español, yo me siento humillado".

Esto, señores, es absurdo.

Por muy torpe que fuera la actuación del gobierno de mi país (y aquí hay ejemplos para todos), eso no tiene que ver con mi orgullo personal.

Otro ejemplo.

Supongamos, hipotéticamente, que existe un Ayuntamiento que tiene una deuda de más de 200 millones de Euros. En ese lugar, completamente imaginario, vive un ciudadano que paga mensualmente su hipoteca, y la letra del coche, y que, en fin, cumple religiosamente con sus obligaciones. ¿Ha de sentirse esta persona humillada porque su Ayuntamiento sea un moroso?

Yo, sinceramente, creo que no.

Con purgar mis pecados yo ya tengo suficiente.

martes, 6 de noviembre de 2007

Dejemos de fingir

¡Ah, oscuros tiempos estos!


Siempre he sido una persona fundamentalmente amable. Un sentido del humor un poco ácido en ocasiones, cuando cojo confianza, y tal vez demasiado vehemente en ocasiones, es verdad. Pero es que nadie es perfecto.

Por desgracia para mí, tengo buena memoria. Así que suelo acordarme de detalles nimios de la conversación, como los gustos o preocupaciones de mi interlocutor. Eso me permite tener pequeños detalles con gente a la que no conozco demasiado.

La reacción del otro es variable. A veces cree que tengo algún tipo de interés. Otras veces cree que estoy preparando el terreno por si acaso algún día tengo algún tipo de interés. Así siempre acabo sintiéndome como un idiota.

Pues vamos a dejar de fingir.

Cada vez la gente es más desagradable y maleducada. No devuelve las llamadas, no responde a los correos-e, no acude a las citas. Siempre he considerado que la cortesía es una forma de mentira pero...

En un episodio de los Simpson se mostraba una visión del futuro en el que Lisa era presidente de los EEUU mientras Bart acababa convertido en un timador de poca monta. Tal vez una de las frases más célebres es: "Parece mentira como el que te den ha sustituido al hasta luego".

Así que desde aquí propongo que empecemos ya, que seamos sinceros y sustituyamos el hasta luego por el que te den. Es lo que llamaremos la iniciativa 459.

Es mucho más liberador, sincero, y creo que la sociedad ya está preparada para ello. No lo hagamos por nosotros, hagámoslo por nuestros hijos. Que puedan vivir en un mundo en el que no haya tanta mentira ni fingimiento.

Desde el fondo de mi corazón.

Que les den, y hasta la próxima.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Encuestionable

Las encuestas no son fiables; es algo que sabe el 74,3% de los españoles. Esto no impide que gentes que presumen de importantes, como Presidentes o Alcaldes, y también los autoproclamados "líderes de opinión" las utilicen como pauta para regir nuestros destinos.

Se dice que los antiguos (tal vez incluso los baceos) estudiaban el futuro en el vuelo de las aves o en las entrañas de los animales. Métodos, a mis ojos preferibles. Eran igual de inútiles pero más literarios.

Yo no sé nada de estadística, pero tengo un primo que conoció a un catedrático de matemáticas, y me ha dicho que, si estas cosas se hacen bien, son bastante fiables. Así que, ¿por qué las encuestan que pueden leerse en los periódicos o escucharse en la radio no dan ni una?

Intrigante cuestión.

Para concluir con nuestra serie "Los medios: búsquense un trabajo, holgazanes", estudiaremos varios aspectos de este extraño fenómeno.

Hay que partir de que la estadística es una ciencia, sino una rama de la matemática. Como cualquier otro lenguaje, la matemática puede ser subvertida para que diga lo que uno quiera. La elección de las personas que integran la muestra, la formulación de las preguntas y de las respuestas, el tratamiento de los resultados... todo puede ser manipulado sutilmente.

Mi anécdota preferida me ocurrió en el lugar del asombro, la maravilla y el amor fraternal: el edificio de la Chunga de Castilla y de León en León. Un amable ciudadano se acercó a mí, que paseaba despistado por el superhall en busca de mi destino, y me preguntó si estaba dispuesto a contestar unas preguntas. Como soy una persona amable que sabe lo difícil que es ganarse la vida honradamente, decidí sacrificar unos minutos de mi valioso tiempo a tan inútil divertimento.

Se trataba de una encuesta sobre cuestiones de la Comunidad Autónoma, pero también sobre aspectos de los servicios de la Chunga en León. Llegado cierto momento, el encuestador me preguntó si el edifico tenía buenos accesos para discapacitados físicos (a quienes creo que en aquellos tiempos teníamos que llamar minusválidos, pero eso es otra historia). El caso es que, estando yo todavía en pleno uso de mis facultades físicas, modestia a parte, no podía manifestar mi opinión al respecto. Así que le dije a mi entrevistador que marcase la respuesta "no sabe".
En ese momento se me informó que no existía esa opción. "¿Marcamos la casilla de muy buenos?" me preguntó. Después de pensarlo un poco le dije "no, marca que muy malos".

Y así una y otra vez. En cada ocasión en la que yo no tenía una opinión o no conocía lo que se preguntaba, él me sugería marcar la casilla "muy buenos", y yo le decía que muy malos, hasta que se dio cuenta que trataba con una chiflado con principios.

Meses más tarde me encontré con el resultado de esa encuesta en los periódicos. Como aquí son como son, no los había "cocinado", así que el resultado de la satisfacción de las ocho provincias con la Comunidad Autónoma se lo pueden imaginar ustedes, y la encuesta fue pronto borrada de los anales.

Lo más curioso es que estudios "científicos" como en este en el que tomé parte son utilizados todos los días como elemento principal de la "información", creándose polémicas no sobre la realidad, sino sobre el resultado de las encuestas, que, escuchado algunas opiniones, parece que han de sustituir a las elecciones. Las mejores son las de resultados de voto. Que si tal o cual diferencia, que si mayoría absoluta que si no... no han acertado ni una en los últimos años, pero seguimos discutiendo constantemente sobre ellas.

Así que la brecha entre los medios de comunicación y el común de los mortales crece. Hablan de cosas que no nos interesan, las tergiversan para hacernos comulgar con ruedas de molino, y pretenden que nos levantemos o caigamos cuando ellos lo digan. Luego se sorprenden de tener cada vez menos predicamento.

En fin, que se queden con sus cosas y exploremos otras tierras.
 
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