miércoles, 23 de mayo de 2012

La Ruptura del Contrato Social


¿Han pasado nueve meses?
El tiempo vuela cuando uno se divierte.
La verdad es que como este blog tiene sólo dos seguidores y nos vemos todas las semanas, no tengo demasiada presión para ponerme al día, pero en honor de los treinta o cuarenta despistados que pasan por aquí cada semana buscando infructuosamente descargas ilegales o pornografía, intentemos mantener la llama ardiendo.
Llegados a este punto se impondría un repaso a nuestros últimos comentarios de opinión para ver cuáles de nuestras profecías se han cumplido y cuáles no, pero la verdad es que no me apetece, así que parafraseando a Prattchett, que cada lector se haga el suyo.
Sí que parece haberse demostrado que, como avisamos, los problemas no estaban causados por una persona en concreto (verbi gratia, el Presidente Zapatero), en vista de que la eliminación – política ojo- de dicha persona no ha redundado en un cambio a mejor y nuestros actuales “hábiles gestores” han logrado en sólo cinco meses ponerse a la altura e incluso superar a nuestros anteriores y también “hábiles” gestores, con el agravante de que disponiendo de mayoría absoluta, ni siquiera tenemos la esperanza de que alguien les pare los pies, aunque sea por error.
Hay quien cree que es la mala gestión anterior la única causante de la mala gestión actual y la disculpa. En un mundo que cree en los extraterrestres constructores de pirámides y en el poder curativo de la Power Balance no desentonan demasiado.  Sigan así, amigos.
Para los demás, se impone la búsqueda de una solución.
Como siempre, entendemos humildemente que hay un claro error de concepto en el análisis del problema. Es decir, el pueblo soberano no está preocupado por el rescate de las entidades financieras, la prima de riesgo o incluso porque los políticos sean unos chorizos (a ver si van a creer que no lo sabíamos), pues son cosas lejanas y ajenas. No, el ciudadano está preocupado y molesto por la ruptura del contrato social.
Relájense amigos, no vamos a hablar de Montesquieu. Eso ya está superado.
El contrato social moderno es más sencillo, y puede enunciarse así: Vosotros (los políticos y tal) nos dejáis con nuestras cosillas (un cafelito, unas pequeñas vacaciones, un coche nuevo cada tres o cuatro años, un crédito de vez en cuando, Seguridad Social, Educación Pública, etc.) y nosotros (El Pueblo Soberano) os dejamos con vuestras cosillas (doce sueldos, coches oficiales, comisiones, enchufes a la familia, etc.).
La actual ruptura sobreviene porque ellos quieren mantener sus cosillas a costa de tocarnos las nuestras y claro, eso no puede ser.
Como creo que ya dije en otra ocasión, eso nos coloca en una posición histórica interesante, pues estamos intentando, sin saberlo, llevar a cabo la primera revolución incruenta de la historia.
Los primeros pasos de esta revolución están transitando por terrenos ya explorados: movilizaciones populares, como el 15 M, huelgas generales, protestas sectoriales, etc.
Nuestros “hábiles” gestores no están respondiendo demasiado bien a estos intentos. Se ha hablado de reformar el Código Penal, de poner multas, de prohibir concentraciones, minimizando la representatividad de las que se celebran y manifestando que se seguirá adelante con todo, porque es “necesario”, mientras se agarran a sus poltronas y privilegios. Eso conducirá inevitablemente a algunos al desaliento y la violencia, pero esperamos que sean los menos.
Y es que se está creando, de manera espontánea, una estructura paralela al propio estado, al fin de proveernos de los servicios que necesitamos, cuyo germen encontramos en las “redes” de amigos y familiares, que están comenzando a suplir ciertos servicios que antes nos daban el Estado y las empresas, de forma que como se dice ahora, podamos abaratar costes y ser más eficientes, ponderando y reestructurando la contribución económica que cada uno de nosotros hace al Estado.
Se están abriendo además nuevos canales de información, pues los que antes guardaban las espaldas informativas del poder han sido capitidisminuidos, mientas los tradicionales mass media están desprestigiados desde hace años.
El futuro es incierto, muchos resultaremos perjudicados en el corto plazo, pero veremos cuál es el desarrollo de todo lo que estamos empezando a construir.
Y claro, algo que habrá que hacer con sus cosillas, ahora que nos han quitado las nuestras.
 
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