lunes, 10 de marzo de 2008

El extraño caso del Régimen Electoral Español

Las novenas elecciones democráticas están ya resueltas. Para muchos ha surgido la pregunta de costumbre. ¿Por qué algunos partidos políticos tienen muchos más votos que otros, pero muchos menos escaños?

Vamos a ello.

Para los que tengan curiosidad, estas cuestiones se regulan en el artículo 163 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General.

Para empezar, debemos recordar que la circunscripción electoral es la provincia. Esto quiere decir que cada provincia es, en cierto modo, un mundo aparte. Salvo las personas que votan en Madrid, ninguno de nosotros ha votado a Rajoy o Zapatero directamente, sino a los candidatos de cada partido que se presentaban en nuestra provincia.

Puede entenderse que, siendo muy distintas las poblaciones de cada provincia, es también muy distinto el número de votos que cuesta cada diputado. Es una primera corrección, para evitar que provincias menos pobladas (como Soria) se queden sin representación alguna.

Otra distorsión, que explica la alta representatividad de las fuerzas localistas, es que la concentración de votos en una circunscripción resulta beneficiosa desde el punto de vista de la obtención de escaños.

Un ejemplo.

En León, donde vivo, elegimos 5 diputados. Han costado unos 300.000 votos (3 para el PSOE y 2 para el PP). Simplificando mucho, podemos decir que si un partido obtiene 300.000 votos aquí, se lleva 5 escaños. Pero si esos 300.000 votos se repartieran entre varias provincias, podría suceder que no obtuviese ningún representante, pues el "resto" sería, en cada circunscripción, demasiado bajo. Como se puede comprender, las fuerzas nacionalistas no tienen muchos votos, pero los tienen en una o dos circunscripciones a lo sumo, lo que les favorece.

¿Podría corregirse esto?

Desde luego. En muchos países, la ley electoral exige un mínimo de votos en todas las circunscripciones para poder obtener representación. Suele pedirse un 5%. Con este límite, es probable que sólo hubiera tres partidos en el Congreso (PSOE, PP, IU), o puede que sólo dos.

La representación local se aseguraría convirtiendo el Senado en una verdadera cámara de representación territorial.

Pero es poco probable que esto suceda. Los partidos localistas son muy poderosos en sus terruños, y la solución, aunque razonable, se vendería como un intento de volver a pasados centralismos, de infausto recuerdo. Las voces de los técnicos serían, como siempre acalladas en el ruido.


La reforma constitucional parece, en estos momentos, una lejana utopía. ¿Llegará el día en que se pueda discutir sobre esta y otras distorsiones de nuestro sistema sin que a uno se le acuse de romper España?

No somos optimistas.


 
contador web