domingo, 30 de marzo de 2008

Las Balanzas Fiscales o el Tocomocho que no cesa


Como cada semana, nuestros políticos han encontrado un tema con el que distraerse, por lo que se ve a falta de algo mejor que hacer.

Esta vez nos tocan las balanzas fiscales, concepto que abrazaron hace unos años los regionalismos para vestir sus reivindicaciones de un sistema fiscal mejor (para ellos, claro).

La balanza fiscal determina cuál es la supuesta diferencia entre los impuestos que se "reccaudan" en un territorio y lo que éste recibe del Estado de "vuelta". No dudo de su valor como indicativo económico, pero su uso como criterio para una reforma fiscal es torticero, injusto y además inconstitucional.

Hemos de partir de un principio básico: la norma jurídica es siempre de aplicación general. ¿Y cuál es uno de los principios básicos de la tributación? Que los impuestos son tributos que se satisfacen sin contraprestación. Simplificando (no confundir el impuesto con otros tributos, como las tasas), que el dinero que se recauda vía impuestos va a una única caja, que luego se emplea para todos los gastos del Estado.

Como puede verse, el criterio de la balanza fiscal tiene difícil encaje en este sistema. Más cuando presenta algunas imperfecciones difíciles de salvar.

La primera es que los impuestos, como se habrá dado cuenta el amable lector en el plácido devenir de su existencia, no los paga la Autonomía, sino la persona.

Vale, se puede salvar esta primera dificultad interpretando que la Autonomía "paga" los impuestos que pagan las personas que allí viven. Por desgracia no es tan fácil.

Pongamos el ejemplo del IVA. Es un impuesto indirecto, que pagamos cada vez que adquirimos un bien o nos presta un servicio un empresario o profesional. Si un ciudadano de León viaja a Barcelona y compra una bolsa de pipas, el IVA de esa operación lo declara el quiosquero en Barcelona y, si se compensa, se compensa en León. Así que es una operación que incrementa la balanza fiscal de Cataluña y hace disminuir la de Castilla y León, a pesar de que el dinero sale de aquí.

Además, ¿por qué detenernos en la Comunidad Autónoma? Si acogemos la balanza fiscal como criterio, debemos aplicarlo (por la generalidad del derecho) a todo terrotorio, de manera que en la comunidad cada provincia reciba lo mismo que ha "pagado", y luego el Ayuntamiento, y después la pedanía, y finalmente cada uno de los contribuyentes. O lo que es lo mismo, que los ricos reciban más que los pobres. Llegados a este punto sería mejor olvidarse de los impuestos y del estado y que cada uno se arregle como pueda.

Hemos olvidado las bases de nuestro sistema. Si existe un Estado y unos impuestos es precísamente para evitar desigualdades. No hay que mirar las contribuciones, sino las necesidades. Siempre habrá territorios más ricos, a veces simplemente porque alguien ha decidido que tal o cual ciudad sea la capital del Estado o de la Provincia, o porque cuenta con más recursos naturales, mejor clima, ... ¿deben por ello los pobres verse privados de servicios esenciales?

Lo que demanda el ciudadano son mejores servicios. El economicismo que todo lo puede, que obliga a privatizaciones y descentralizaciones absurdas, no ha provocado más que un deterioro en la mayoría de los servicios. Y que Adam Smith diga lo que quiera.

Curiosamente, servicios al ciudadano mucho más fáciles y baratos de descentralizar o modernizar, están olvidados. Parece que nadie puede enriquecerse con ello.

Como vivimos en el mundo en que vivimos, me temo que al final lo de las Balanzas Fiscales acabará colando. Y, pedón por el gafe, será para perjuicio de todos.

Ya se lo recordaré dentro de unos años, ya.






 
contador web