miércoles, 17 de marzo de 2010

¡EUFORIA!


Por razones que no vienen al caso, he estado dándole vueltas estos días a la pérdida del gusto por las cosas sencillas. Como siempre en estos casos, he acudido a Calvin, y una de sus frases más famosas: "¡La felicidad no es suficiente para mí! ¡Exijo euforia!".

Es curioso como una "tira cómica" de hace algunos años ha logrado profundizar más en el carácter de esta sociedad que muchas de las sesudas obras de los sociólogos. Tal vez se deba a que el dibujante está obligado a observar la realidad para reproducirla, sin intentar ajustarla a sus propios parámetros morales (sólo estéticos). Pero hoy no hablaremos de eso.

En realidad de lo que se trata es que en este tiempo y lugar casi todos tenemos cubiertas nuestras necesidades fundamentales (no sólo básicas). Comemos varias veces al día, tenemos una vivienda que en muchas sociedades y tiempos se consideraría lujosa, un vehículo motorizado propio y otra serie de ingenios mecánicos que en general nos facilitan la vida. Incluso hay gente que tiene varias camisas.
Contamos además con algo que en otro tiempo y en otros lugares es imposible o incluso incompresible: tiempo de ocio. Y medios para llenarlo de la manera que prefiramos.

Pero claro, preferimos ver la vida como un niño de seis años.

Me gustaría adelantar que no pretendo decir que nuestra situación sea inmejorable, o que no tengamos motivos de queja, o que no sea criticable la sociedad en la que nos encontramos. Todo eso es evidente. Es también evidente que hay problemas humanos que nos afectan y nos afectarán siempre: enfermedad, muerte, violencia...; no hay duda que entre nosotros hay quien los sufre y por ello no puede ser completamente feliz.

Pero si uno mira a su alrededor no puede menos que comprobar que hay mucha gente que es infeliz sin motivo . No es infeliz por algo que le pasa, sino por algo que quiere, algo imposible. Porque lo que quiere no es ser feliz. Lo que quiere es ¡Euforia!.

Hace años, como es lógico, todos teníamos ilusiones o sueños imposibles. Que si un Ferrari Testarrosa. Que si salir con este cantante o esta actriz. Que si una mansión en los Cárpatos. Que si ir de viaja aquí o allá. Pero, en cuanto seguía siendo imposible, era una fuente de diversión, de ensoñación, no nos hacía apreciar menos lo que teníamos. Y si se conseguía algo de esto... bien, entonces llegaba la euforia. Sin embargo, de alguna manera, estos ingenuos deseos han llegado a envenenarnos, de forma que nos hemos gastado lo que no teníamos en conseguir cosas que no necesitábamos, y, esto lo trágico, ni siquiera entonces fuimos felices, porque había una cosa todavía mejor y que no podíamos conseguir. Y así sigue la rueda.

Pasa lo mismo con nuestra relaciones personales. Son muchas cosas, pero para mí lo más curioso es como el contacto físico ha acabado relacionándose con el sexo, otra vez en esa búsqueda del extremo. Parece que no puede haber nada intermedio. Intenten darle un abrazo a alguien y ya verán ya. O mejor dicho, ya nos veremos en el juzgado. Porque claro en estos tiempos de extremo, nadie puede resolver sus diferencias sin pasar por el juzgado. Algo bueno tenía que salir de todo esto . Ejem...

Así que está claro, lo que queremos es ¡Euforia!.

Aquí podíamos decir aquello de que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita o alguna chorrada así. Pero estas frases mueven a la desconfianza, porque uno siempre se las oye decir a alguien que parece tener bastante más de lo que necesita, y no puede dejar de pensar si no estarán intentando tomarnos el pelo. En vez de eso, un consejo: recupere el gusto por los placeres sencillos.

No digo que no sea maravilloso aprovechar el puente para irse de viaje a las Chimbambas pero... ¿cuánto hace que no da un paseo tranquilo por su ciudad, por su pueblo, por su provincia? ¿Cuándo fue la última vez que se sentó debajo de un roble a pensar?¿Cuánto tiempo hace que no lee un buen libro, que no compone una sinfonía, que no pinta un cuadro, que no toca la guitarra, que no hace, en fin, lo que siempre le gustó? Abandone todos esos cursillos, simposios, reuniones, y otras actividades extracurriculares que no le aportan nada y le impiden emplear su tiempo libre en lo que realmente le gusta. Pero recuerde que los hijos no son renunciables. Los medios hay que ponerlos antes, amigos. ¿Y cuánto hace que no toma un cacharro con sus amigos? No con sus compañeros de trabajo ni con sus clientes, ni con sus conocidos. Con sus amigos, a los que hace tiempo que no ve. Llámeles, salgan por ahí.

Y, por amor de Dios, cuando les vea, deles un abrazo.



 
contador web